Genera Historia

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jueves, 17 de septiembre de 2015

17 de septiembre de 1497
Pedro de Estopiñán toma Melilla en
nombre de los Duques de Medina
Sidonia para la
Corona de Castilla


Pedro de Estopiñán y Virués

Estatua de Pedro de Estopiñán en Melilla.

Pedro de Estopiñán y Virués fue un militar español nacido en Jerez de la Frontera alrededor de 1470 y fallecido en el Monasterio de Guadalupe el 3 de septiembre de 1505. Vinculado desde su juventud al servicio de la casa ducal de Medina-Sidonia, debe su fama a ser el comandante en jefe del ejército del duque, Juan Pérez de Guzmán, que conquistó la ciudad de Melilla en el año 1497.


Biografía

Aunque jerezano de nacimiento, el linaje Estopiñán procedía del Alto Aragón, desde donde una rama pasó a establecerse en Andalucía durante la primera mitad del siglo XIV. Es frecuente que varios caballeros con ese apellido aparezcan en las narraciones de la época, sobre todo vinculados a otro linaje autóctono, los Guzmanes, condes de Niebla y posteriores duques de Medina-Sidonia. Uno de estos miembros, Román o Remón de Estopiñán, avecindado en el concejo de Fortún de Torres, se casó en 1470 con doña Mayor de Virués, que pertenecía a uno de los más antiguos linajes jerezanos, y fueron los progenitores de don Pedro.

A pesar de estas noticias de su familia, apenas se conoce nada de la infancia y juventud del conquistador, salvo su entrada al servicio de la casa ducal de Medina-Sidonia. Era esta una de las más importantes de la época puesto que, tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, la población musulmana que había abandonado la península se concentró en el norte de África, lugar desde donde efectuaban numerosos ataques a las costas peninsulares de Andalucía. Precisamente, en una de estas incursiones piratas, acontecida en junio de 1496, se halla la primera mención de Pedro de Estopiñán. Con ocasión de la pesca de almadrabas, buena parte de la comitiva cortesana de los duques, incluida la propia duquesa, Leonor de Estúñiga, se había desplazado a Conil para asistir al espectáculo; súbitamente, un barco de piratas berberiscos se introdujo entre los buques pesqueros y lograron abordar uno de ellos. Ante el peligro evidente, Pedro de Estopiñán, citado con el cargo de "Contador de la Casa del duque don Juan", embarcó en una pequeña embarcación para parlamentar con el jefe de los piratas, quien pidió una elevada cantidad de dinero por el rescate de los marinos prisioneros. Con audacia, Pedro de Estopiñán abrazó por sorpresa al musulmán y cayó con él al agua, donde fue recogido por sus hombres, lo que, evidentemente, cambió el curso de las negociaciones: el jefe de los piratas fue canjeado por la tripulación y el buque, poniendo punto final al truculento episodio de las almadrabas. Los ecos de admiración por la valentía de don Pedro no cesaron de proclamarse por todo el territorio; incluso llegaron a los anales históricos de Jerez, por lo que se puede situar esta fecha de 1496 como el primer hito de consideración en la carrera militar de Estopiñán.

Posiblemente gracias a esta demostración, cuando los Reyes Católicos autorizaron a la Santa Hermandad la dotación de un ejército para la conquista de Melilla, bajo la dirección del duque de Medina Sidonia, este eligió al valiente comendador para dirigirlo. Es posible también que facilitase la elección de don Pedro el hecho de que las tropas, suministradas por los concejos de Jerez, Medina, Arcos y Sanlúcar de Barrameda, estuviesen organizadas por tres ilustres jerezanos como él, seguramente al tanto de su brillante actividad militar: el corregidor Juan Sánchez Montiel, Francisco de Vera (Provincial de la Santa Hermandad), y Manuel Riquelme (veinticuatro -regidor- de Jerez y capitán de la Hermandad concejil). Así pues, Pedro de Estopiñán, al frente de 5.000 infantes y 250 jinetes, desembarcó en el norte de África y puso cerco a Melilla, que finalmente fue conquistada el 28 de septiembre de 1497. Tras la conquista, Estopiñán regresó a la península, no sin antes dejar una guarnición de 1.500 hombres para la defensa de la plaza, así como un ingente número de canteros, carpinteros y albañiles con el expreso mandato de reparar las fortificaciones de la ciudad y construir nuevas murallas defensivas.

La ausencia norteafricana de Estopiñán fue, empero, breve, puesto que al año siguiente los musulmanes redoblaron sus esfuerzos por recuperar la plaza perdida. Ante los nuevos ataques sufridos por la guarnición de Melilla, el duque don Juan, de acuerdo con los Reyes Católicos, decidió enviar nuevas tropas de refresco, de nuevo encabezadas por Estopiñán, a quien esta vez acompañaba otro destacado caballero de la casa ducal, García León. Al dejar a los sitiadores entre dos fuegos, el triunfo fue total ya que, a instancias del comendador, se persiguió a todos los fugitivos hasta obligarlos a asentarse en la región de Orán, más lejana y con menos medios; igualmente, un número de musulmanes no inferior a 250 fueron apresados, como posible moneda de cambio en el futuro. Aunque en el propio año 1498 aún tuvo Estopiñán que regresar por dos veces a Melilla,1 se puede dar esta fecha como el inicio de la estabilidad de los cristianos en la plaza norteafricana.

Ante la ausencia de noticias referentes a conflictos bélicos, la biografía del caballero jerezano vuelve a ser difícil en el período 1499-1503, del que no se sabe prácticamente nada aunque se puede suponer una estancia desahogada en Andalucía, dentro de la corte ducal o en su habitual residencia sevillana, situada en la actual calle Francos, donde se puede ver el escudo de armas de la familia y su lema In soli Deo honor et Gloria. Es bastante probable, igualmente, que para esta fecha ya estuviese casado con su mujer, doña Beatriz Cabeza de Vaca, emparentada con la familia del que sería gran explorador de las Américas, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, sobrino de don Pedro y doña Beatriz.

En 1503, empero, sus servicios militares fueron de nuevo requeridos por el propio Rey Católico, Fernando de Aragón, con objeto de que acudiese a Salces (Rosellón), puesto que las tropas del monarca francés Luis XII sometían a un severo cerco esta ciudad. De nuevo demostró su valía militar, puesto que dividió a sus tropas en dos grupos: el primero hostigaba la retaguardia de los sitiadores sin cesar, mientras que el segundo fue enviado al puerto para evitar que los refuerzos franceses, que habían embarcado en Colliure con destino al Rosellón catalán, pudiesen desembarcar y sumarse al resto. La maniobra fue efectiva, ya que la retirada de los invasores se produjo a finales del citado año. El rey Fernando, en recompensa a la efectiva labor de Pedro de Estopiñán, le nombró a primeros de 1504 Adelantado de Indias y Capitán General de la Isla de Santo Domingo, con lo que parecía ponerse el colofón a su carrera militar si se tiene en cuenta al prestigio y valía de los citados puestos en el organigrama político-militar de la dominación española de América.

Durante ese mismo año, Estopiñán comenzó los preparativos del viaje al Nuevo Continente, adonde se iba a establecer con toda su progenie y familia, aunque también participó activamente en la preparación de una expedición a Mazalquivir]] en 1505, en la que, sin embargo, declinó participar por los citados preparativos. Pocos días más tarde, en el transcurso de una visita al monasterio de Guadalupe, el comendador Estopiñán falleció súbitamente el día 3 de septiembre de 1505, y fue enterrado dos días más tarde en el propio monasterio. Ante este acontecimiento, los investigadores que han desgranado su biografía, especialmente H. Sancho y A. Rodríguez, han manejado la hipótesis de un envenenamiento por parte de algún enemigo suyo que se viera ofendido por las jugosas prebendas americanas dadas en su favor. La imposibilidad de demostrar tal cuestión no resta brillantez a la carrera militar del comendador jerezano, uno de los personajes más destacados de la bisagra entre los siglos XV y XVI y que, al igual que la propia época, no es una figura demasiado conocida a pesar de sus haberes.

La ciudad de Melilla, la cual sin su contribución hubiese sido imposible de conquistar, ha dedicado el nombre de una de sus plazas, la de la ciudad vieja, a la memoria de su conquistador. A pesar de su muerte, la presencia de miembros del linaje Estopiñán en América no se frustró: dos de los hijos varones del matrimonio, Pedro de Estopiñán Cabeza de Vaca y Lorenzo Estopiñán de Figueroa, acompañaron a su primo Alvar Núñez Cabeza de Vaca en la conquista del Perú, en un intento de resarcir la memoria de su padre de la afrenta por la que no pudo disfrutar de nuevas andanzas en América.



Bibliografía

·BARRANTES DE MALDONADO, P. "Ilustraciones de la Casa de Niebla." (Ed. F. Devís: Cádiz; Universidad de Cádiz, 1998).

·FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G. "Batallas y Quincuagenas". Ed. J. B. de Avalle-Arce: Salamanca; Ediciones de la Diputación Provincial, 1989.

·SANCHO DE SOPRANÍS, H. "Los familiares inmediatos del conquistador de Melilla, Pedro de Estopiñán". Mauritania, 176 (1942), pp. 218-223.

·SANCHO DE SOPRANIS, H. "El comendador Pedro de Estopiñán". Madrid, 1952.

·RODRÍGUEZ DEL RIVERO, A. "Datos varios sobre Pedro de Estopiñán y la conquista de Melilla". Mauritania, 176 (1942), pp. 214-217.


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